Que Es Pagar El Precio Segun La Biblia?

Que Es Pagar El Precio Segun La Biblia
Jesús Se está refiriendo a que la persona pague el precio, que significa la renuncia de sus propias voluntades, la obediencia a la Palabra de Dios, la fidelidad, el sacrificio y la constante vigilancia.

¿Quién pagó el precio por nuestros pecados?

La Expiación permite que todos los que tengan fe en Cristo sean salvos de sus pecados –

Piense en la forma que la parábola de esta sección nos ayuda a comprender la Expiación. ¿A quiénes representan las personas de la parábola en nuestra vida?

La expiación del Salvador permite que podamos vencer la muerte espiritual aun cuando todas las personas resucitarán, sólo los que hayan aceptado la Expiación se salvarán de la muerte espiritual (véase Artículos de Fe 1:3 ). Aceptamos la expiación de Cristo al depositar nuestra fe en Él.

Por medio de esa fe, nos arrepentimos de nuestros pecados, nos bautizamos, recibimos el Espíritu Santo y obedecemos Sus mandamientos. Nos convertimos en fieles discípulos de Jesucristo; somos perdonados, quedamos limpios del pecado y nos preparamos para volver a vivir para siempre con nuestro Padre Celestial.

El Salvador nos dice: ‘Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan así como yo’ ( D. y C.19:16–17 ). Cristo hizo la parte que le correspondía para expiar nuestros pecados y, para hacer que Su expiación sea plenamente eficaz en nuestra vida, debemos esforzarnos por obedecerlo y arrepentirnos de nuestros pecados.

El presidente del Consejo de los Doce, Boyd K. Packer, nos dio el siguiente ejemplo con el fin de demostrarnos la forma en que la expiación de Cristo permite que seamos salvos del pecado si hacemos nuestra parte. ‘Quisiera relatarles un cuento en forma de parábola. ‘Había una vez un hombre que deseaba mucho adquirir un objeto determinado, que parecía ser más importante que cualquier otra cosa en su vida; para poder adquirirlo, tuvo que endeudarse.

‘Se le había advertido que no debía endeudarse de tal forma, y particularmente se le había prevenido acerca de su acreedor. Pero parecía muy importante tener lo que deseaba y, en especial, tenerlo inmediatamente; además, estaba seguro de que podría pagarlo más adelante.

  • Firmó entonces un contrato por el cual habría de pagar la deuda dentro de un tiempo específico.
  • No se preocupó mucho acerca del hecho, ya que la fecha del pago parecía ser muy lejana; tuvo lo que deseaba en ese momento, y eso era lo único que le importaba.
  • Su acreedor no era más que un vago recuerdo; de vez en cuando, realizó algunos pequeños pagos, pensando que de alguna manera el día del ajuste final jamás había de llegar.

‘Pero, como siempre, ese día llegó al cumplirse la fecha establecida en el contrato. La deuda no había sido pagada totalmente y su acreedor apareció y exigió el pago total. ‘Solamente entonces comprendió que su acreedor no sólo tenía el poder de quitarle todo lo que poseía, sino también de enviarlo a la prisión.

  1. No puedo pagarle porque no tengo el dinero para hacerlo’, confesó.
  2. Entonces’, dijo el acreedor; ‘haremos que se cumpla el contrato, tomaremos sus posesiones y usted irá a la cárcel.
  3. Usted estuvo de acuerdo; fue su decisión.
  4. Firmó el contrato y ahora debemos ponerlo en acción’.
  5. ¿No podría extenderme el plazo o perdonarme la deuda?’, suplicó el deudor.

‘¿Arreglar alguna forma para que pueda mantener mis propiedades y no ir a la prisión? Seguramente usted cree en la misericordia. ¿No la tendrá conmigo?’ ‘El acreedor contestó: ‘La misericordia siempre favorece sólo a uno, y en este caso solamente le servirá a usted.

  • Si soy misericordioso quedaré sin mi dinero.
  • Justicia es lo que demando.
  • ¿Cree usted en la justicia?’ ‘‘Creía en la justicia cuando firmé el contrato’, dijo el deudor.
  • Entonces estaba de mi lado, porque pensé que me protegería.
  • Entonces no necesitaba misericordia, ni pensé que jamás la necesitaría; estaba seguro de que la justicia nos serviría igualmente a ambos’.

‘‘Es la justicia que exige que usted pague el contrato o sufra la pena’, respondió el acreedor. ‘Esa es la ley. Usted estuvo de acuerdo y así es como debe ser. La misericordia no puede robar a la justicia’. ‘De esa forma, uno demandaba la justicia y el otro rogaba por misericordia.

Ninguno podía quedar satisfecho, excepto a costa del otro. ‘‘Si usted no perdona la deuda no habrá misericordia’, contestó el deudor. ‘‘Pero si lo hago, no habrá justicia’, fue la respuesta. ‘Parecía que ambas leyes no se podían cumplir al mismo tiempo. Son dos ideales eternos que parecen contradecirse mutuamente.

¿No hay forma en que se pueda cumplir la justicia al mismo tiempo que la misericordia? ‘¡Hay una forma! La ley de la justicia puede ser satisfecha al mismo tiempo que se cumple la de la misericordia; pero se necesita alguien que interceda. Y eso fue lo que sucedió.

  • El deudor tenía un amigo que fue a ayudarle.
  • Él conocía muy bien al deudor y sabía que era hombre falto de previsión; sabía que era imprudente haberse metido en ese aprieto; no obstante, quería ayudarlo porque lo amaba.
  • Entonces, intercedió ante el acreedor y le hizo una oferta.
  • Yo le pagaré la deuda si usted libera al deudor de su compromiso para que pueda mantener sus posesiones y no tenga que ir a la cárcel’.

‘Mientras el acreedor meditaba sobre la oferta, el mediador agregó: ‘Usted demandó justicia y, aun cuando él no puede pagarle, lo haré yo. Usted habrá sido justamente tratado y no podrá quejarse, pues no sería justo’. ‘El acreedor aceptó la propuesta. ‘El mediador le dijo entonces al deudor: ‘Si yo pago tu deuda, ¿me aceptarás como tu acreedor?’ ‘‘Claro que sí’, exclamó el deudor.

  • Tú me salvas de la prisión y eres misericordioso conmigo’.
  • Entonces’, dijo el benefactor, ‘tú me pagarás la deuda a mí y yo estableceré las condiciones.
  • No será fácil, pero será posible.
  • Yo proveeré la forma en que puedas hacerlo y no será necesario que vayas a la cárcel’.
  • Así fue que el acreedor recibió su dinero.

Se le trató justamente sin que hubiera necesidad de romper el contrato. ‘El deudor a su vez recibió misericordia. Ambas leyes habían sido cumplidas. Puesto que hubo un mediador, se había cumplido con la justicia, y la misericordia quedó totalmente satisfecha’ (véase Liahona, octubre de 1977, págs.42–43).

  1. Nuestros pecados son nuestras deudas espirituales.
  2. Sin Jesucristo, nuestro Salvador y Mediador, todos pagaríamos por nuestros pecados por medio de la muerte espiritual; pero debido a Él, si cumplimos con los términos que nos ha impuesto, que son arrepentirnos y guardar Sus mandamientos, regresaremos a vivir con nuestro Padre Celestial.

Es maravilloso que Cristo nos haya proporcionado la forma de ser sanados de nuestros pecados. Él dijo: ‘He aquí, he venido al mundo para salvar al mundo del pecado. ‘Por tanto, al que se arrepintiere y viniere a mí como un niño pequeñito, yo lo recibiré, porque de los tales es el reino de Dios.

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Medite en cuanto a la forma en que puede mostrar gratitud por el don de la Expiación.

¿Qué hizo Jesús para pagar por nuestros pecados?

Jesucristo pagó por nuestros pecados – Cuando Jesús supo que moriría pronto, fue a un jardín llamado Getsemaní para orar. Durante esa oración, comenzó a pagar el precio por nuestros pecados. Él padeció voluntariamente para que nosotros no tengamos que hacerlo, si nos arrepentimos.

¿Qué es el precio del pecado?

RESCATEEl alto precio del pecado(Ransom: The High Cost of Sin) S i usted cree que entiende lo que es el pecado, reconsidérelo. Rescate: El alto precio del pecado, de Dean H. Harvey, enmarca este importante concepto cristiano en un libro sorprendente que cambiará su relación con Dios.

Cimentado firmemente sobre las Escrituras, Rescate muestra que nuestro enfoque egoísta en los grandes pecados —cómo nos afectan aquí y ahora— está fundamentalmente mal orientado. Harvey explica más bien que la consecuencia principal del pecado recae sobre Dios, bajo la forma de un corazón quebrantado.

El precio secundario del pecado es para el pecador —en su vida actual y en la venidera—. Luego están los que nos rodean, los cuales se ven todos de alguna manera afectados por nuestros pecados. Y finalmente, el precio más alto del pecado es que se vació lo mejor del cielo para proporcionar un rescate en la cruz para acercar «tan gran salvación» a todos los pecadores que se arrepienten y abandonan el pecado.

  • En un lenguaje directo y comprensible, es una lectura obligatoria para todo aquel que procure entender mejor la Biblia y alcanzar un discernimiento notable para poner en práctica la vida cristiana.
  • « El autor amonesta al lector a vivir cada día para producir gozo, no aflicción, al corazón de Dios, que nos ama y se dio a Sí mismo como ofrenda por el pecado y culminación de los sacrificios del Antiguo Testamento ».

— George ( Jed ) Smock, Campus Ministries EEUU « En mi humilde opinión, hay un alto precio que pagar si no se acierta a entender la poderosa verdad contenida en las páginas de este libro ». — Michail E. Wolfe, Presidente de Common Clay Ministries, Inc., y Director de Ambassador Training International dedicó 37 años plenamente entregado al ministerio antes de jubilarse.

Harvey, veterano de la Marina, reside con su esposa Shirley en Palm Desert, California. Discover the truth about sin every Christian must know. If you think you understand sin, think again. Ransom: The High Cost of Sin by Dean H. Harvey reframes this most important Christian concept for an eye-opening book that will change your relationship with God.

Built on solid Scripture, Ransom shows how our self-centered focus on big sins-how they affect us in the here and now-is fundamentally misplaced. Rather, Harvey explains how the primary consequence of sin is to God-in the form of a broken heart. The secondary cost of sin is to the sinner-in his current life and the one to come.

  • Third in line are those around us, who are all affected by our sins in some way.
  • And finally, the highest cost of sin is that it emptied Heaven of its best to provide a ransom on the cross-in order to bring ‘so great salvation to all sinners who would repent and turn from sin.
  • Straightforward and easy to understand, Ransom is a must read for anyone looking to more fully understand the Bible and its remarkable insight for living a Christian life.

Páginas : 144 (libro en rústica)

Publisher: Editorial JUCUM ISBN: 9781576587393 SKU: 87393

: RESCATEEl alto precio del pecado(Ransom: The High Cost of Sin)

¿Quién pagó el precio?

Colosenses 1:14-16 quien pagó el precio de nuestra libertad y así tenemos el perdón de nuestros pecados. Nadie puede ver a Dios, pero Cristo es Dios en forma visible. Él existe desde antes de la creación y es supremo S Lea la Biblia, descubra Planes y busque a Dios todos los días. : Colosenses 1:14-16 quien pagó el precio de nuestra libertad y así tenemos el perdón de nuestros pecados. Nadie puede ver a Dios, pero Cristo es Dios en forma visible. Él existe desde antes de la creación y es supremo S

¿Qué dice la Biblia para salir de las deudas?

La enseñanza es que si usted va a solicitar un préstamo devuelva lo que no le pertenece, según sus posibilidades. Proverbios 11:15: ‘Ciertamente sufrirá el que sale fiador por un extraño, pero el que odia salir fiador está seguro’.

¿Qué castigo merecemos por el pecado?

Romanos 5:1-21 Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios. Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfru | Traducción en Lenguaje Actual (TLA) | Descargue La Biblia App ahora Dios nos ha aceptado porque confiamos en él.

Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios. Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfrutar del amor de Dios, y que un día compartiremos con él toda su grandeza. Pero también nos alegra tener que sufrir, porque sabemos que así aprenderemos a soportar el sufrimiento.

Y si aprendemos a soportarlo, seremos aprobados por Dios. Y si él nos aprueba, podremos estar seguros de nuestra salvación. De eso estamos seguros: Dios cumplirá su promesa, porque él nos ha llenado el corazón con su amor, por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.

Cuando nosotros los pecadores no podíamos salvarnos, Cristo murió por nosotros. Murió en el momento elegido por Dios. En realidad, no es fácil que alguien esté dispuesto a dar su vida por otra persona, aunque sea buena y honrada. Tal vez podríamos encontrar a alguien que diera su vida por alguna persona realmente buena.

Pero Dios nos demostró su gran amor al enviar a Jesucristo a morir por nosotros, a pesar de que nosotros todavía éramos pecadores. Si Dios nos declaró inocentes por medio de la muerte de Cristo, con mayor razón, gracias a Cristo, nos librará del castigo final.

Si cuando todavía éramos sus enemigos, Dios hizo las paces con nosotros por medio de la muerte de su Hijo, con mayor razón nos salvará ahora que su Hijo vive, y que nosotros estamos en paz con Dios. Además, Dios nos ha hecho muy felices, pues ahora vivimos en paz con él por medio de nuestro Señor Jesucristo.

El primer pecado en el mundo fue la desobediencia de Adán. Así, en castigo por el pecado, apareció la muerte en el mundo. Y como todos hemos pecado, todos tenemos que morir. Antes de que Dios diera la ley, todo el mundo pecaba. Pero cuando no hay ley, no se puede acusar a nadie de desobedecerla.

  • Sin embargo, los que vivieron desde Adán hasta Moisés tuvieron que morir, porque pecaron, aun cuando su pecado no fue la desobediencia a un mandato específico de Dios, como en el caso de Adán.
  • En algunas cosas, Adán se parece a Cristo.
  • Sin embargo, no hay comparación entre el pecado de Adán y el regalo que Dios nos ha dado.
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Por culpa de Adán, muchos murieron; pero por medio de Jesucristo Dios nos ha dado un regalo mucho más importante, y para el bien de todos. El pecado de Adán no puede compararse con el regalo de Dios. El pecado de Adán hizo que Dios lo declarara culpable.

  1. Pero gracias al regalo de Dios, ahora él declara inocentes a los pecadores, aunque no lo merezcan.
  2. Si por el pecado de Adán, la muerte reina en el mundo, con mayor razón, por medio de Jesucristo, nosotros reinaremos en la nueva vida, pues Dios nos ama y nos ha aceptado, sin pedirnos nada a cambio.
  3. Por el pecado de Adán, Dios declaró que todos merecemos morir; pero gracias a Jesucristo, que murió por nosotros, Dios nos declara inocentes y nos da la vida eterna.

O sea, que la desobediencia de uno solo hizo que muchos desobedecieran, pero por la obediencia de Jesús, Dios declaró inocentes a muchos. La ley apareció para que el pecado se hiciera fuerte; pero si bien el pecado se hizo fuerte, el amor de Dios lo superó.

  • Y si el pecado reinó sobre la muerte, el amor de Dios reinó sobre la vida.
  • Por eso Dios nos ha declarado inocentes, y nos ha dado vida eterna por medio de nuestro Señor Jesucristo.
  • TLA: Traducción en Lenguaje Actual Compartir : Romanos 5:1-21 Dios nos ha aceptado porque confiamos en él.
  • Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo.

Por eso ahora vivimos en paz con Dios. Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfru | Traducción en Lenguaje Actual (TLA) | Descargue La Biblia App ahora

¿Qué quiere decir la palabra Expiación?

¿Qué es la Expiación? – Tal y como se utiliza en las Escrituras, expiar consiste en padecer el castigo por los pecados, con lo cual se eliminan los efectos del pecado y el pecador arrepentido puede reconciliarse con Dios. Jesucristo fue la única persona capaz de llevar a cabo la Expiación por toda la humanidad.

Gracias a Su Expiación, todas las personas resucitarán y quienes hayan obedecido Su Evangelio recibirán el don de la vida eterna con Dios. Por ser descendientes de Adán y Eva, todas las personas heredan los efectos de la Caída. En nuestro estado caído, estamos sujetos a la oposición y a la tentación. Cuando cedemos a la tentación, nos distanciamos de Dios, y si perseveramos en el pecado, experimentamos la muerte espiritual, quedando separados de Su presencia.

Todos estamos sujetos a la muerte temporal, que es la muerte del cuerpo físico (véase Alma 42:6–9 ; D. y C.29:41–42 ). La única manera de salvarnos es permitir que alguien nos rescate. Jesucristo siempre ha sido la única persona capaz de hacer un sacrificio de esa naturaleza.

Desde antes de la Creación de la tierra, el Salvador ha sido nuestra única esperanza de recibir ‘la paz en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero’ ( D. y C.59:23 ). Él es el único que tenía el poder para dar Su vida y volverla a tomar. Heredó de María, Su madre terrenal, la capacidad de morir; y de Su Padre inmortal, el poder para vencer la muerte.

Él declaró: ‘Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo’ ( Juan 5:26 ). El Salvador es el único que puede redimirnos de nuestros pecados; Dios el Padre le dio ese poder (véase Helamán 5:11 ). Él pudo recibirlo y llevar a cabo la Expiación porque se mantuvo libre del pecado: ‘Sufrió tentaciones pero no hizo caso de ellas’ ( D.

  1. Y C.20:22 ).
  2. Habiendo vivido una vida perfecta y sin pecado, estaba exento de las exigencias de la justicia.
  3. Como poseía el poder de la redención y no tenía ninguna deuda con la justicia, podía pagar la deuda por los que se arrepientan.
  4. El sacrificio expiatorio de Jesús se realizó en el jardín de Getsemaní y en la cruz del Calvario.

En Getsemaní, se sometió a la voluntad del Padre y comenzó a tomar sobre Sí los pecados de todas las personas. Él nos ha revelado algo de lo que experimentó al pagar el precio de nuestros pecados: ‘Yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten; ‘mas si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo; ‘padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar.

Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres’ ( D. y C.19:16–19 ; véase también Lucas 22:44 ; Mosíah 3:7 ). El Salvador siguió sufriendo por nuestros pecados cuando permitió que lo crucificaran —’levantado sobre la cruz e inmolado por los pecados del mundo’ ( 1 Nefi 11:33 ).

En la cruz, permitió que le sobreviniera la muerte. Después, Su cuerpo fue puesto en un sepulcro hasta que resucitó y llegó a ser las ‘primicias de los que durmieron’ ( 1 Corintios 15:20 ). Mediante Su muerte y Su resurrección, Él venció la muerte física por todos nosotros.

  1. Jesucristo redime de los efectos de la Caída a todas las personas.
  2. Todos los que alguna vez hayan vivido o vivan sobre la tierra resucitarán y regresarán a la presencia de Dios para ser juzgados (véase 2 Nefi 2:5–10 ; Helamán 14:15–17 ).
  3. Por medio de los dones de misericordia y gracia redentora que nos ofrece el Salvador, todos recibiremos el don de la inmortalidad y viviremos para siempre con cuerpos glorificados y resucitados.

Aunque somos redimidos incondicionalmente de los efectos universales de la Caída, somos responsables de nuestros propios pecados, pero podemos ser perdonados y limpiados de la mancha del pecado si ‘ la sangre expiatoria de Cristo’ ( Mosíah 4:2 ). Debemos ejercer la fe en Jesucristo, arrepentirnos, ser bautizados para la remisión de los pecados y recibir el don del Espíritu Santo.

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¿Por qué el sacrificio de Cristo quita el pecado?

El profeta Lehi recalcó la importancia de ofrecer este sacrificio : ‘He aquí, se ofrece a sí mismo en sacrificio por el pecado, para satisfacer las demandas de la ley, por todos los de corazón quebrantado y de espíritu contrito; y por nadie más se pueden satisfacer las demandas de la ley’ (2 Nefi 2:7).

¿Que nos enseña 2 Samuel 13?

(27-1) Introducción – El precio del pecado de David, asesinato y adulterio, fue elevado, y éste pasó el resto de su vida lamentándolos. En uno de los salmos expresó su tormento mental y suplicó el perdón. ‘Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

Lávame más y más de mi maldad, y limpíame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí ‘Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.’ (Salmos 51:1-3, 10-11.) Finalmente David recibió la seguridad de que su alma sería librada ‘de las profundidades del Seol’ (Salmos 86:12-13).

Pero esta seguridad no restauraría las bendiciones que había perdido. Esas bendiciones se perdieron definitivamente (véase D. y C.132:39). David también pagó otro precio, un precio terrenal, el cual lo persiguió hasta la muerte. ‘No se apartará jamás de tu casa la espada’, le dijo el profeta Natán, ‘por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.’ (2 Samuel 12:10.) Esta profecía se cumplió literalmente.

¿Cuáles son las formas de seguir a Jesús?

El que quiera seguir a Jesús tiene que negarse a sí mismo, su yo, su orgullo, su placer, su mal hábito. Dios les da poder a ustedes para hacerlo. ‘Venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados que yo os haré descansar.’ Caballero que me escuchas, seguir a Cristo significa negarte a tí mismo.

¿Quién quiere ser mi discípulo Nieguese a sí mismo?

TJS, Mateo 16:25–29.25 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame.26 Y ahora, para que el hombre tome su cruz, debe abstenerse de toda impiedad, y de todo deseo mundano y guardar mis mandamientos.

¿Qué castigo merecemos por el pecado?

Romanos 5:1-21 Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios. Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfru | Traducción en Lenguaje Actual (TLA) | Descargue La Biblia App ahora Dios nos ha aceptado porque confiamos en él.

  • Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo.
  • Por eso ahora vivimos en paz con Dios.
  • Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfrutar del amor de Dios, y que un día compartiremos con él toda su grandeza.
  • Pero también nos alegra tener que sufrir, porque sabemos que así aprenderemos a soportar el sufrimiento.

Y si aprendemos a soportarlo, seremos aprobados por Dios. Y si él nos aprueba, podremos estar seguros de nuestra salvación. De eso estamos seguros: Dios cumplirá su promesa, porque él nos ha llenado el corazón con su amor, por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.

Cuando nosotros los pecadores no podíamos salvarnos, Cristo murió por nosotros. Murió en el momento elegido por Dios. En realidad, no es fácil que alguien esté dispuesto a dar su vida por otra persona, aunque sea buena y honrada. Tal vez podríamos encontrar a alguien que diera su vida por alguna persona realmente buena.

Pero Dios nos demostró su gran amor al enviar a Jesucristo a morir por nosotros, a pesar de que nosotros todavía éramos pecadores. Si Dios nos declaró inocentes por medio de la muerte de Cristo, con mayor razón, gracias a Cristo, nos librará del castigo final.

Si cuando todavía éramos sus enemigos, Dios hizo las paces con nosotros por medio de la muerte de su Hijo, con mayor razón nos salvará ahora que su Hijo vive, y que nosotros estamos en paz con Dios. Además, Dios nos ha hecho muy felices, pues ahora vivimos en paz con él por medio de nuestro Señor Jesucristo.

El primer pecado en el mundo fue la desobediencia de Adán. Así, en castigo por el pecado, apareció la muerte en el mundo. Y como todos hemos pecado, todos tenemos que morir. Antes de que Dios diera la ley, todo el mundo pecaba. Pero cuando no hay ley, no se puede acusar a nadie de desobedecerla.

Sin embargo, los que vivieron desde Adán hasta Moisés tuvieron que morir, porque pecaron, aun cuando su pecado no fue la desobediencia a un mandato específico de Dios, como en el caso de Adán. En algunas cosas, Adán se parece a Cristo. Sin embargo, no hay comparación entre el pecado de Adán y el regalo que Dios nos ha dado.

Por culpa de Adán, muchos murieron; pero por medio de Jesucristo Dios nos ha dado un regalo mucho más importante, y para el bien de todos. El pecado de Adán no puede compararse con el regalo de Dios. El pecado de Adán hizo que Dios lo declarara culpable.

Pero gracias al regalo de Dios, ahora él declara inocentes a los pecadores, aunque no lo merezcan. Si por el pecado de Adán, la muerte reina en el mundo, con mayor razón, por medio de Jesucristo, nosotros reinaremos en la nueva vida, pues Dios nos ama y nos ha aceptado, sin pedirnos nada a cambio. Por el pecado de Adán, Dios declaró que todos merecemos morir; pero gracias a Jesucristo, que murió por nosotros, Dios nos declara inocentes y nos da la vida eterna.

O sea, que la desobediencia de uno solo hizo que muchos desobedecieran, pero por la obediencia de Jesús, Dios declaró inocentes a muchos. La ley apareció para que el pecado se hiciera fuerte; pero si bien el pecado se hizo fuerte, el amor de Dios lo superó.

Y si el pecado reinó sobre la muerte, el amor de Dios reinó sobre la vida. Por eso Dios nos ha declarado inocentes, y nos ha dado vida eterna por medio de nuestro Señor Jesucristo. TLA: Traducción en Lenguaje Actual Compartir : Romanos 5:1-21 Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo.

Por eso ahora vivimos en paz con Dios. Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfru | Traducción en Lenguaje Actual (TLA) | Descargue La Biblia App ahora

¿Donde dice la Biblia que el pecado trae consecuencias?

3, 9-15.20)